jueves, 20 de mayo de 2010

Buenas noches, soy del tercer mundo, de que manera desea pisotearme?

Al menos cinco minutos tuvieron que pasar antes que pudiera levantarme de mi escritorio… No quería que mis compañeros me vieran llorar… Ni bien me sentí un poco más segura levante mis cosas, saludé rápidamente y me fui. Al llegar a la parada de colectivos volvió el llanto, me fue imposible contener más tiempo las lágrimas.
Trabajo para una empresa que no es argentina, haciendo cálculos de manera grosera: atiendo en promedio unas 30 llamadas por día, lo que a fin de mes hacen unas 780 llamadas. En 6 meses que llevo en esa empresa debo haber atendido, supongamos, alrededor de 4mil llamadas y de esas 4mil llamadas hay dos que no voy a olvidar: una en la que quedé temblando y la otra la de esta noche, en la que además de temblar terminé llorando.
Hay gente que sumida en su paranoia del “mundo contra mi” se olvida de que en la tierra existe alguien más aparte de ellos y su ego, de que las personas con quienes interactúan, por más que sea por teléfono, son eso: PERSONAS. Y entonces te gritan, te maltratan, te menosprecian recurriendo a aquello que puedan notar diferente, en este caso en particular: el acento “sudaca” (no recuerdo exactamente la expresión que utilizó esta PROFESIONAL, porque por algún extraño motivo que aún no comprendo se encargó de dejarme bien en claro todo el tiempo que lo era, sonó a algo así como “país de morondanga”, pero un país de morondanga que ni sabe cual es porque por no tener tonada porteña no fue capaz de darse cuenta de que soy argentina). Esta señora pretendía que escuchase sus insultos todo el tiempo que quisiera, porque, cito textualmente lo que me dijo: “yo te pago el sueldo”. No pude aclararle que me paga la compañía para la cual trabajo y para resolver incidencias, no para escuchar insultos y gritos durante 20 minutos. Por un segundo se cruzó por mi cabeza informarle que no tengo una bola mágica para adivinar lo que le pasa, y que si quiere que le resuelva un problema primero tengo que saber qué demonios lo ocasiona, pero no pude hacerlo porque no dejaba de hablar y gritar, hasta que tras casi 20 minutos de llamada me cansé y le levanté la voz pidiéndole que deje de maltratarme, y me gritó aún más y finalmente, y muy afortunadamente, terminó cortando la llamada. En estos casos en que el cliente nos maltrata podemos finalizar la llamada nosotros porque no tiene sentido perder tiempo con alguien que no quiere una solución si no solo insultar, pero aún soy demasiado boluda y pienso que incluso en estos casos puedo ayudar… Se que lo dije antes cuando atendí a aquel otro cliente que me trató textualmente de “incompetente” y “cabrona”, además de puta y no recuerdo que más por haberle indicado que el fallo era "x" y no "y" como él suponía, pero es la ultima vez que soporto un maltrato así…
Es un post poco interesante, es una mierda de post y más teniendo en cuenta que no son comunes los clientes que te maltratan, pero terminé realmente mal y necesitaba descargarlo…

3 comentarios:

Saudade dijo...

No te preocupes, que imbéciles hay en todos lados, no te quedes enganchada con esas cosas.
La próxima vez, le cotrás y listo. Me enoja que anden insultando a mi novia.Besitos =)

Anónimo dijo...

Hay, preciosa...no aguantes tanto. Los trabajos en los que nos vemos obligados a tratar con gente enfadada es un asco. ¡La de veces que me han insultado en mi trabajo de policía! Lo peor de todo es que con el tiempo te acostumbras y ya no oyes los insultos.
Un abrazo wapeta.

Rosalía Navarro dijo...

No creo en el tercer mundo, todas las personas somos de primera menos esa tonta que te ha echo sentir mal, esa sí es tercermundista en sentimientos y humanidad.
Un abrazo y olvídala.