lunes, 19 de diciembre de 2011

Fin del camino

Azul. Sucio. Ventana cerrada con alambre para que no se escapen los sueños y alma cosida con cable para que no entren los recuerdos. Tristeza. Deseos. Álbumes de fotos inexistentes que dibujaban futuros inciertos, futuros que hoy son pasado pero que jamas ocurrieron, ideas sin concretar y superhéroes muertos. Una mente atormentada que busca y huye de los recuerdos, que en busca del final recorre el camino sin parar: andar y andar y andar y al llegar bajar... Y que voy a hacer cuando llegue a ese destino eterno? ¿Qué voy a llevar conmigo? ¿Qué marcas va a tener mi cuerpo? ¡Que perdida de tiempo! andar por andar por la vida sin detenerse un momento.

jueves, 15 de julio de 2010

Es ley

EL MATRIMONIO IGUALITARIO PARA HETEROSEXUALES Y HOMOSEXUALES YA ES LEY EN ARGENTINA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
(felizmente, ahora me voy a tener que tragar una por una mis pesimistas palabras de que no iba a aprobarse)
Saudade: te querés casar conmigo? :P

martes, 13 de julio de 2010

Cansada

Vuelvo de trabajar, camino unas 15 cuadras para hacer un poco de ejercicio, llegando a casa me encuentro con las calles cortadas y algunos folletos en el suelo, alcanzo a leer que uno dice “queremos papá y mamá” y entonces me agacho a recogerlo. El motivo de que todo el centro de Córdoba esté cortado es una marcha en contra del matrimonio homosexual, y entonces se me viene a la cabeza la propaganda que escuché en la radio que aclaraba ser “a favor del matrimonio entre un hombre y una mujer” y que tenía un eslogan bastante curioso: “A favor de todos y en contra de nadie”.
Hace varios días Ella me recomendó que baje un cambio, que deje de leer tantas noticias, que deje de escuchar tanto la radio, y sé que tiene razón. Escuchar y leer cosas como estas me hacen mal, porque siento bronca, lástima, impotencia, y la única forma que encuentro en este momento para hacer catarsis es insultando. Últimamente me la paso haciéndolo, porque lo único que escucho es que lo que más feliz me hace en esta vida, mi relación con ella, está mal, que este año y meses que llevamos juntas no es nada, porque todos los homosexuales somos promiscuos, que tenemos entre 300 y 500 parejas a lo largo de la vida, que es pecado, que es antinatural. Que no importa que trabaje, que estudie, que pague mis impuestos a término, que ayude a alguien más, que sea una buena persona, porque al enamorarme de alguien del mismo sexo ya no tengo derecho a ser igual. Que si algún día con MI MUJER, entre otros derechos, decidimos tener un hijo, solo una va a poder figurar legalmente y la otra no existe, que ella, por más que sea MI MUJER, no puede ser nadie ni nada visible para la sociedad, como si darle la espalda a la realidad hiciera que ésta desaparezca. Y estoy cansada, estoy cansada de putear, pero es lo único que me ayuda a descargar un poco la tensión y me desagrada terriblemente porque me hace sentir violenta, casi tan violenta como ellos, que pisotean la vida y derechos de los demás ciudadanos. Ciegos, cerrados en sus CREENCIAS, pisoteando derechos con argumentos propios del medioevo, denigrando el sentido humanitario de la palabra humanidad. En fin: impotencia… y muchas ganas de llorar.

viernes, 11 de junio de 2010

Caja de sorpresas

Desperté y estaba a mi lado. Abrí mis ojos y vi los de ella que seguramente llevaban largo rato abiertos, a veces mirándome. No hay imagen que me parezca más hermosa que esa, la de sus ojos fijos en mí, la de su sonrisa esbozada en esa boca que me vuelve loca, en esos labios que son mi perdición. Y no hay sensación más linda que la de su cuerpo desnudo junto al mío, su calor abrigándome, no necesito más que eso para ser feliz. Ella es todo y está en todo lo que me rodea. Cambió mi vida aunque a veces no se de cuenta de (o yo no sepa cómo expresarle) la importancia que tiene en mí. A veces creo que las palabras no son suficientes para decirle lo que genera, lo que es en mi vida, pero palabras son todo lo que tengo, todo lo que puedo darle, y siento que es insuficiente. Produce mucha impotencia intentar en vano encontrar la forma de dárselo a entender, tener que reducir un sentimiento tan grande a dos palabras tan pequeñas: “te amo”. Y todo el significado entra en esos "te amo" a presión, como en una caja de sorpresas, y espero que al escuchar esas palabras simples de decir pero tan complejas de entender, todo ese contenido se libere y le llegue con la magnitud con la que los encierro. Ojalá existiera la forma de que lea mis pensamientos, o mejor, mis sentimientos. Pero por ahora no queda otra que conformarse con las cajitas de sorpresas...


Te amo recién entregado a su dueño (la imagen es sólo a modo ilustrativo, el producto original difiere mucho del aquí representado).

jueves, 20 de mayo de 2010

Buenas noches, soy del tercer mundo, de que manera desea pisotearme?

Al menos cinco minutos tuvieron que pasar antes que pudiera levantarme de mi escritorio… No quería que mis compañeros me vieran llorar… Ni bien me sentí un poco más segura levante mis cosas, saludé rápidamente y me fui. Al llegar a la parada de colectivos volvió el llanto, me fue imposible contener más tiempo las lágrimas.
Trabajo para una empresa que no es argentina, haciendo cálculos de manera grosera: atiendo en promedio unas 30 llamadas por día, lo que a fin de mes hacen unas 780 llamadas. En 6 meses que llevo en esa empresa debo haber atendido, supongamos, alrededor de 4mil llamadas y de esas 4mil llamadas hay dos que no voy a olvidar: una en la que quedé temblando y la otra la de esta noche, en la que además de temblar terminé llorando.
Hay gente que sumida en su paranoia del “mundo contra mi” se olvida de que en la tierra existe alguien más aparte de ellos y su ego, de que las personas con quienes interactúan, por más que sea por teléfono, son eso: PERSONAS. Y entonces te gritan, te maltratan, te menosprecian recurriendo a aquello que puedan notar diferente, en este caso en particular: el acento “sudaca” (no recuerdo exactamente la expresión que utilizó esta PROFESIONAL, porque por algún extraño motivo que aún no comprendo se encargó de dejarme bien en claro todo el tiempo que lo era, sonó a algo así como “país de morondanga”, pero un país de morondanga que ni sabe cual es porque por no tener tonada porteña no fue capaz de darse cuenta de que soy argentina). Esta señora pretendía que escuchase sus insultos todo el tiempo que quisiera, porque, cito textualmente lo que me dijo: “yo te pago el sueldo”. No pude aclararle que me paga la compañía para la cual trabajo y para resolver incidencias, no para escuchar insultos y gritos durante 20 minutos. Por un segundo se cruzó por mi cabeza informarle que no tengo una bola mágica para adivinar lo que le pasa, y que si quiere que le resuelva un problema primero tengo que saber qué demonios lo ocasiona, pero no pude hacerlo porque no dejaba de hablar y gritar, hasta que tras casi 20 minutos de llamada me cansé y le levanté la voz pidiéndole que deje de maltratarme, y me gritó aún más y finalmente, y muy afortunadamente, terminó cortando la llamada. En estos casos en que el cliente nos maltrata podemos finalizar la llamada nosotros porque no tiene sentido perder tiempo con alguien que no quiere una solución si no solo insultar, pero aún soy demasiado boluda y pienso que incluso en estos casos puedo ayudar… Se que lo dije antes cuando atendí a aquel otro cliente que me trató textualmente de “incompetente” y “cabrona”, además de puta y no recuerdo que más por haberle indicado que el fallo era "x" y no "y" como él suponía, pero es la ultima vez que soporto un maltrato así…
Es un post poco interesante, es una mierda de post y más teniendo en cuenta que no son comunes los clientes que te maltratan, pero terminé realmente mal y necesitaba descargarlo…

sábado, 9 de enero de 2010

Cuestiones de luminiscencia

Salgo de trabajar y apurada cruzo la avenida, el colectivo no debería demorar en llegar y no quiero perderlo, ella me espera en casa. Hace días que no la veo y el solo hecho de pensar en que debe estar tirada en mi cama me hace desear estar ya mismo en ese lugar. Llega el colectivo, subo, me siento y me pongo a esperar que todas las bocas con patas terminen de apretujarse hasta que el chofer diga “no va más!” y arranque. Me pego a la ventanilla intentando evitar los roces, me molesta el contacto físico con los desconocidos. Cuando era chica tenía la convicción de que mientras alguien me tocaba me podía leer la mente, así que intentaba evitar el contacto cuando iba sentada en algún vehículo. Desde el principio con ella fue diferente: no me molestó ni me molesta que me lea la mente con solo ver la expresión de mi rostro, no me molesta que me adivine mis timideces con solo ver mi mirada, no necesito un sombrerito de aluminio para evitar que lea lo que pienso porque no tengo nada que ocultarle. Y ella me espera y mi viaje se hace eterno. Y esos gritos y esas risas me aturden, solo quiero escuchar el murmullo de su voz diciéndome “hola amor” y sus labios cálidos contra los míos. Cuando la mitad del recorrido está hecho empiezo a impacientarme. ¿Tendrá puesto su piyama blanco? Se me viene a la mente su imagen: ella recostada semidesnuda en mi cama, con sus manos entrelazadas tras su nuca y esa sonrisa que me vuelve loca… y el tiempo parece pasar mas lento.
Llega el momento de bajarme, por suerte ya no queda tanta gente en el bondi, no tengo que esquivar a nadie ni tampoco que pedir permiso. Y me apresuro, me impaciento aún más, bajo y apuro el paso para llegar a donde está esperándome. Entro al edificio, tomo el ascensor, abro la puerta y mi departamento parece estar iluminado... no necesito encender ninguna otra luz, cuando estoy con ella todo es muy claro.

lunes, 27 de abril de 2009

Se divisa tierra desde el carajo

Después de mucho navegar, pensando acerca de lo difícil que es encontrar tierra firme y casi empezando a creer que hallarla es un milagro, avisté la costa. No sé si yo conquisté antes esa tierra o si ella conquistó primero a mi barco, no sé si quien se movía era yo en su búsqueda o si en realidad permanecía en un punto fijo mientras el mundo giraba debajo, acercándola cada vez más… Lo cierto es que dejé el profundo y vacío mar atrás, he anclado y ya mis pies abandonaron la cubierta para recorrer este continente al cual he arribado y que aparentemente tiene demasiados tesoros invaluables esparcidos por todos lados. No traigo espejitos para cambiar por riquezas, espero no irme tampoco con espejitos en la mano…

jueves, 5 de marzo de 2009

Caos

La mente hinchada, las pupilas dilatadas, los sentidos alterados. Un cuerpo que se agita entre sábanas no tan desordenadas como las almas que sobre ellas se abrazan. Las ideas se mezclan con el humo, la música con las palabras de fondo y los verdaderos significados de las miradas con el que cada una prefiere darles. Caos: el encuentro, el desencuentro, los papeles en el piso, ropa sobre la mesa, los pasos inseguros hacia aquella puerta cerrada que comienza a abrirse en la imaginación y que esconde detrás, como toda puerta, una entropía que acecha impaciente. Más entropía en la entropía, más letras flotando sobre el piso, posiblemente una entropía que lucha contra otra, la doble negación que resulta en una afirmación, o tal vez sólo una segunda entropía en reemplazo de la anterior, no tan distinta: más caos y humo espeso difuminando las cosas.
Las palabras se pierden para volver más tarde junto a algunos minutos de cordura, ideas hilvanadas en la incongruencia de esa montaña rusa que termina en su boca, túnel en el que los ojos no sirven de nada, silencios cortados por risas y corazones agitados que culminan en risas agitadas y corazones cortados...
Más de lo mismo, sólo vastas aguas azules… no se divisa tierra desde el carajo.

viernes, 23 de enero de 2009

Enero

Un suave viento susurra en mi mente letras sueltas que alguna vez formaron palabras que ya no recuerdo. Y en esta noche particular de enero, la única y última, la lluvia se mezcla con las gotas saladas que esas palabras, perdidas entre los pliegues de otras sábanas, produjeron por primera vez al momento de quebrarse para siempre en un alfabeto carente del significado mágico que para mi tuvieron.
Probablemente sea la época del mes, probablemente sea enero completo, posiblemente sea sólo un recuerdo que permanecerá siempre en este punto del calendario por más que su significado vaya cambiando con el tiempo. Hoy extraño sin extrañar, de una forma diferente a la que lo hice en el último enero y de una forma diferente a la que lo haré en el próximo, si es que mis oídos son entonces aún capaces de oír el débil murmullo del viento.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Es difícil ser hormiga en un mundo repleto de pies gigantes.

Es difícil ser hormiga en un mundo repleto de pies gigantes. Juntar ramitas no es una tarea fácil teniendo en cuenta que para ello hay que atravesar ese enorme patio lleno de peligros. A veces el miedo no me deja moverme del hormiguero, pero no queda otra, así que junto coraje e intentando disimular mis temores salgo por la callecita que mis compañeras marcaron y voy a buscar algo para traer a casa. Y me voy temblando entre los yuyos, mirando a cada instante hacia arriba por temor a morir aplastada bajo las suelas de un zapato. Mi abuela murió así, o eso pensamos, porque nunca encontraron el cadáver. Hay muchas muertes trágicas en el mundo de las hormigas, mis bisabuelos murieron en una inundación, durante una tarde calurosa: parece que alguien a quien alguna vez mordimos tomó venganza metiendo agua con vinagre en el hormiguero y entre las muchas víctimas estuvieron ellos, que no sabían nadar. Bah, mi bisabuelo si sabía, pero en un intento desesperado por salvar a mi bisabuela, terminó pereciendo también. Y el hijo de la vecina, una hormiguita muy buena y trabajadora que mamá quería como pareja para mi, terminó condenado a pena de muerte sin juicio previo por haber picado a un humano: PLAF!, se ejecutó la sentencia y todos acá lo lloramos, pobre de mi, viuda antes de haberme casado. Por eso cada vez que me cruzo a una compañera en el camino la saludo e intento grabarme su cara, porque esa posiblemente sea la última vez que la vea y quiero recordarla. Y cada vez que vuelvo a casa con el peso de la carga balanceándose sobre mi cabeza apresuro el paso, intentando no desviarme ni un milímetro de mi ruta, porque un milímetro es mucho para una hormiga y perder el rumbo en semejante mundo puede tener consecuencias terribles para cualquiera, especialmente para alguien que si se siente tan diminuto como yo…